Friday 30 October 2020

SÚPLICA DE SIETE GLORIAS A LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR

 

 

SÚPLICA DE  SIETE GLORIAS A LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR

 

Padre Eterno, por la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, Misericordia: márcanos con la Sangre del Cordero Inmaculado Cristo Jesús, como señalaste al pueblo de Israel para librarle de la muerte. Y Tú, Madre de Misericordia María Santísima, ruega a Dios por nosotros: aplácale y alcánzanos la gracia que pedimos…

 

(pedir aquí por nuestras particulares necesidades, espirituales y temporales; también por las de alguien que se haya encomendado a nuestras oraciones y por el descanso eterno de nuestros Difuntos)

 

1.   Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Padre Eterno: por la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, Misericordia: sálvanos del naufragio del mundo, como salvaste a Noé del Diluvio Universal y Tú, Arca de Salud, María Santísima, ruega a Dios por nosotros, aplácale y alcanzanos la gracia que pedimos.

 

2.   Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Padre Eterno, por la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, Misericordia: líbranos de los azotes que merecemos, como libraste a Lot del incendio de Sodoma. Y Tú, Abogada Nuestra, ruega a Dios por nosotros, aplácale y alcánzanos la gracia que pedimos.

 

3.   Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Padre Eterno, por la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, Misericordia: consuélanos en las presentes necesidades y tribulaciones, como consolaste a Job, Ana y Tobías en sus aflicciones. Y Tú, Consoladora de los afligidos, María Santísima, ruega a Dios por nosotros, aplácale, y alcánzanos la gracia que pedimos.

  

4.   Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Padre Eterno, por la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, Misericordia: Tú, que no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva: danos por Tu Misericordia espacio de penitencia para que, reconocidos y arrepentidos de nuestros pecados, causa de todo mal, vivamos en la Santa Fe, Esperanza, Caridad y Paz de Nuestro Redentor. Y Tú, Refugio de los pecadores, María Santísima, ruega a Dios por nosotros, aplácale, y alcánzanos la gracia que pedimos.

 

5.   Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Oh Sangre Preciosa de Jesús nuestro amor! Clama a Tu Divino Padre: Misericordia, Perdón, Gracia y Paz.

 

6.   Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Oh María Madre y Esperanza Nuestra! Ruega por nosotros, y alcánzanos la gracia que pedimos.

 

7.   Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


ORACIÓN FINAL

 

Padre Eterno, yo Te ofrezco la Sangre de Jesucristo por mis pecados, por las necesidades de la Santa Iglesia y por la conversión de los pecadores.

 

Inmaculada María, Madre de Dios, ruega a Jesús por nosotros.

 

¡Jesús y María, Misericordia! San Miguel Arcángel, San José, San Pedro y San Pablo, Protectores de todos los Fieles de la Iglesia de Dios, y Vosotros todos, Ángeles, Santos y Mártires del Paraíso, rogad por nosotros y alcanzadnos Gracia y Misericordia. Así sea.

 

 

 

 

 

 

SÚPLICA DE LOS SIETE GLORIAS A LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR (que recitara con frecuencia San Benito José Labre)

Saturday 15 August 2020

ROSARIO EN AGRADECIMIENTO A LA SANTÍSIMA TRINIDAD





 Se inicia con el Credo, se menciona el misterio correspondiente al día, luego el Padre Nuestro. En seguida, antes de cada Ave María, se dirá la jaculatoria, dependiendo del misterio que se esté rezando ese día, ejemplo: si estoy en el primer misterio Doloroso, [martes y viernes] antes de cada Ave María diré " Gracias, Santísima Trinidad, por la Oración en el Huerto de Getsemaní, para salvarnos".

 De esta manera se continúa hasta terminar la decena, finalizando con el Gloria y alguna jaculatoria de su preferencia.

Y así sucesivamente con los demás misterios.

 Igualmente se hará lo mismo con los misterios, Gozosos, Gloriosos y Luminosos. [Las últimas 3 Ave Marías del Rosario se hacen como de costumbre].

Oración final:

 Gracias, Virgen Pura María! Por tu "sí" que siempre diste a Dios Padre, para salvarnos, pues eres corredentora. Gracias, por quedarte para ser nuestra madre, a pesar de nuestras culpas. Gracias, por ser nuestra mediadora ante la Santísima Trinidad, Reina de las gracias! Amén.

 Rezarlo por lo menos una vez a la semana, son muchas las bendiciones que recibimos de la Santísima Trinidad, y de la intervención de la Virgen María.   H.S.J.


Se comienza:

  Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

El Credo

Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo nuestro señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todo poderoso, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo; la Santa Iglesia Católica; la comunión de los Santos; el perdón de los pecados; la resurrección de los muertos, y la vida eterna. Amén.


MISTERIOS GLORIOSOS

1º. PRIMER MISTERIO:


LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

«Y he aquí que se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor descendió del Cielo y, acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Llenos de miedo, los guardias se aterrorizaron y se quedaron como muertos. El ángel tomó la palabra y dijo a las mujeres: No temáis vosotras; ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí, porque ha resucitado, como había dicho».

1 Padrenuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria y jaculatorias...

PADRE NUESTRO

V. Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. 

R. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal. Amén.

AVEMARÍA

V. “Gracias, Santísima Trinidad, por la Resurrección del Señor, para salvarnos" Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 

R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 

R. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS DEL ROSARIO:

- Oh Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima).

¡Oh Padre Eterno, Tú que eres Creador del mundo y del hombre, por tu inmenso poder, no permitas que la serpiente maligna se apodere astutamente de las almas que Tú has creado. Por el Divino corazón de Jesús y por el Inmaculado Corazón de María: danos la herencia que nos tienes  preparada en las moradas celestiales. Así sea. Madre pura dolorosa por tu corazón angustiado de madre, manda paz al mundo entero.



2º. SEGUNDO MISTERIO

 LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

«Los sacó hasta cerca de Betania y levantando sus manos los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y se elevaba al Cielo. Y ellos le adoraron y regresaron a Jerusalén con gran gozo».

1 Padrenuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria y jaculatorias...

PADRE NUESTRO

V. Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. 

R. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal. Amén.

AVEMARÍA

V. “Gracias, Santísima Trinidad, por la Ascensión del Señor, para salvarnos". Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 

R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 

R. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS DEL ROSARIO:

- Oh Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima).

¡Oh Padre Eterno, Tú que eres Creador del mundo y del hombre, por tu inmenso poder, no permitas que la serpiente maligna se apodere astutamente de las almas que Tú has creado. Por el Divino corazón de Jesús y por el Inmaculado Corazón de María: danos la herencia que nos tienes  preparada en las moradas celestiales. Así sea. Madre pura dolorosa por tu corazón angustiado de madre, manda paz al mundo entero.


3º. TERCER MISTERIO.

LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO

«Al cumplirse el día de Pentecostés estaban los discípulos juntos en un lugar y se produjo de repente un ruido venido del Cielo, como de un viento impetuoso, que llenó toda la casa donde se encontraban. Aparecieron unas lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo; y comenzaron a hablar en lenguas extranjeras según el Espíritu Santo les inspiraba».

1 Padrenuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria y jaculatorias...

PADRE NUESTRO

V. Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. 

R. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal. Amén.

AVEMARÍA

“Gracias, Santísima Trinidad, por la Venida del Espíritu Santo, para salvarnos" Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 

R. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS DEL ROSARIO:

- Oh Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima).

¡Oh Padre Eterno, Tú que eres Creador del mundo y del hombre, por tu inmenso poder, no permitas que la serpiente maligna se apodere astutamente de las almas que Tú has creado. Por el Divino corazón de Jesús y por el Inmaculado Corazón de María: danos la herencia que nos tienes  preparada en las moradas celestiales. Así sea. Madre pura dolorosa por tu corazón angustiado de madre, manda paz al mundo entero.


4º. CUARTO MISTERIO

LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

«Quién es ésta que sube del desierto, apoyada sobre su Amado, como columna de humo aromático, como aroma de incienso y mirra?».

«Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas».

1 Padrenuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria y jaculatorias...

PADRE NUESTRO

V. Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. 

R. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal. Amén.

AVEMARÍA

V. “Gracias, Santísima Trinidad, por la Asunción de la Santísima Virgen María, para salvarnos" Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 

R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 

R. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS DEL ROSARIO:

- Oh Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima).

¡Oh Padre Eterno, Tú que eres Creador del mundo y del hombre, por tu inmenso poder, no permitas que la serpiente maligna se apodere astutamente de las almas que Tú has creado. Por el Divino corazón de Jesús y por el Inmaculado Corazón de María: danos la herencia que nos tienes  preparada en las moradas celestiales. Así sea. Madre pura dolorosa por tu corazón angustiado de madre, manda paz al mundo entero.




5º. QUINTO MISTERIO. 

LA CORONACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA

«En ese momento se abrió en el cielo el Santuario de Dios: dentro del Santuario uno podía ver el Arca de la Alianza de Dios».

«Apareció en el Cielo una mujer vestida de sol, la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza».

1 Padrenuestro, 10 Avemaría, 1 Gloria y jaculatorias...

PADRE NUESTRO

V. Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. 

R. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal. Amén.

AVEMARÍA

V. “Gracias, Santísima Trinidad, por la Coronación de María Santísima, para salvarnos" Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 

R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

GLORIA 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 

R. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIAS DEL ROSARIO:

- Oh Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima).

¡Oh Padre Eterno, Tú que eres Creador del mundo y del hombre, por tu inmenso poder, no permitas que la serpiente maligna se apodere astutamente de las almas que Tú has creado. Por el Divino corazón de Jesús y por el Inmaculado Corazón de María: danos la herencia que nos tienes  preparada en las moradas celestiales. Así sea. Madre pura dolorosa por tu corazón angustiado de madre, manda paz al mundo entero.



ORACIONES FINALES



 POR LAS NECESIDADES DEL SANTO PADRE

Padre Nuestro, Ave María y Gloria



SALUTACIONES A LA VIRGEN MARÍA

1. Dios te Salve María Santísima, poderosísima Hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto, en tus manos, Señora, ponemos nuestra fe para que la ilumines. Alcánzanos, Madre Nuestra, pureza en nuestros pensamientos, llena eres de gracia..."

2. Dios te Salve María Santísima, amantísima Madre de Dios Hijo, Virgen Purísima en el parto, en tus manos, Señora, ponemos nuestra esperanza para que la alientes. Alcánzanos, Madre Nuestra, pureza en nuestras palabras, llena eres de gracia..."

3. Dios te Salve María Santísima, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen Purísima después del parto, en tus manos, Señora, ponemos nuestra caridad para que la inflames, nuestras almas para que las salves y todas nuestras necesidades para que las remedies. Alcánzanos, Madre Nuestra, pureza en nuestras obras, llena eres de gracia..."

* Dios te Salve, María Santísima, Templo, Trono y Sagrario de la Santísima Trinidad, Virgen concebida sin la culpa Original. Alcánzanos, Madre nuestra, la perseverancia final. No nos dejes vivir, ni mucho menos morir en pecado mortal.



SALVE 

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de Nuestro Señor Jesucristo.



 Oración final:

 Gracias, Virgen Pura María! Por tu "sí" que siempre diste a Dios Padre, para salvarnos, pues eres corredentora. Gracias, por quedarte para ser nuestra madre, a pesar de nuestras culpas. Gracias, por ser nuestra mediadora ante la Santísima Trinidad, Reina de las gracias! Amén.

 Rezarlo por lo menos una vez a la semana, son muchas las bendiciones que recibimos de la Santísima Trinidad, y de la intervención de la Virgen María.   H.S.J.



LETANÍA A LA SANTÍSIMA TRINIDAD



1.Oh, Santa Trinidad, óyenos

2.Oh, adorada Trinidad, escúchanos,

3.Dios Padre Celestial,

 R. ten piedad 

4.Dios Hijo Redentor del mundo,

5.Dios Espíritu Santo,

6.Santa Trinidad un solo Dios,



7.Verdadera y Única Trinidad,

8.Única y suma Deidad,

9.Santa e indivisa Unidad,

10.Unidad en la Sustancia, 

11.Trinidad en las Personas,

12.Único e igual Poder,



13.Única y Coeterna Majestad,

14.Única e igual Gloria,

15.Una y Divina Trinidad,

16.Padre Creador,

17.Hijo Reparador,

18.Espíritu Santo Paráclito,



19.Padre Ingénito,

20.Hijo Unigénito,

21.Espíritu Santo de Ambos procedente,

22.Santa Trinidad, Única, 

23.Creadora y Gobernadora de todo,

24.Omnipotencia del Padre,



25.Inescrutable Sabiduría de Dios Hijo,

26.Eficacísima Bondad del Espíritu Santo,

27.Una y Simple Divinidad,

28.Santo, Santo, Santo, Señor de los ejércitos,

29.Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal,

30.Tú, en Quien vivimos, nos movemos y existimos,



31.Tú, en Quien, por Quien y para Quien todo existe,

32.Rey de los siglos, Inmortal e Invisible,

33.Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob,

34.Tú, El que eras, El que eres y El que vendrás,

35.Padre, Hijo y Espíritu Santo, Único Dios, 

36.Sednos propicio, perdónanos, Santa Trinidad,



37.Sednos propicio, escúchanos, Santa Trinidad,

38.De todo mal,

 R. líbranos, Santa Trinidad  

39.De todo pecado,

40.De toda soberbia y pertinacia,

41.De toda avaricia y codicia,

42.De la gula y del amor al mundo,



43.De toda envidia y odio,

44.De toda mala voluntad,

45.De toda lujuria e injusticia,

46.De toda acedia y pusilanimidad,

47.De la maldición perpetua,

48.Por lo inexpugnable de tu omnipotencia,



49.Por la Majestad de tu gloria,

50.Por la grandeza de tu misericordia,

51.Por la abundancia de tu bondad,

52.Por lo inenarrable de tu caridad,

53.Por lo insondable de tus juicios,

54.Por la excelsitud de tu sabiduría y tu ciencia,



55.Por las riquezas de tu santidad,

56.En el Día del Juicio,

57.Nosotros, que somos pecadores,

 R. te rogamos, óyenos 

58.Para que solo a Ti adoremos y sirvamos, Señor y Dios nuestro,

59.Para que no tomemos tu Santo Nombre en vano,

60.Para que observemos y santifiquemos los días festivos de la Iglesia,



61.Para que obedezcamos y honremos a nuestros padres y superiores,

63.Para que no matemos al hermano ni de palabra ni de obra,

64.Para que no te ofendamos con la mente ni con el cuerpo,

65.Para que no hurtemos ni pequemos contra la justicia,

66.Para que no mintamos ni levantemos falso testimonio,

67.Para que no codiciemos los bienes del hermano ni lo envidiemos,



68.Para que te amemos con todo el corazón, con toda el alma y con todas nuestras fuerzas,

69.Para que por Ti amemos sinceramente al prójimo como a nosotros mismos,

70.Para que te dignes conducirnos a tu Visión beatífica,

71.Dios Engendrador, Dios Engendrado y Dios de Ambos Expirado,

72.Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, 

r. haznos propicio al Padre

73.Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, 

r. sé propicio a nosotros, pecadores

74.Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, 

R.danos tu Espíritu Santo



73.Oh, Santa Trinidad, óyenos

74.Oh, adorada Unidad, escúchanos

75.Señor, ten piedad

76.Cristo, ten piedad

77.Señor, ten piedad



78.V. Bendito eres, Dios de nuestros padres.

R. Alabado y glorioso por los siglos.

79.V. Bendito eres, Señor, en el fundamento del Cielo.

R. Y alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. 

80.V. Que te bendigan tus ángeles y santos.

R. Que te alaben y glorifiquen por los siglos.

81.V. Que te bendigan el cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos hay.

R. Que te alaben y glorifiquen por los siglos.

82.V. Bendigamos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Alabémoslos y ensalcémoslos por los siglos.

83.V. Señor, suba a Ti mi oración.

R. Y llegue a Ti mi clamor.



Oraciones

Todopoderoso y Eterno Dios, que diste a tus siervos conocer la gloria de tu Eterna Trinidad y adorar la unidad y el poder de tu Majestad en la confesión de la verdadera fe, te rogamos que, creyendo firmemente en Ti, nos veamos libres de toda adversidad.

Dios, que amas y restituyes la inocencia, orienta hacia Ti el corazón de tus siervos, para que con fervor de espíritu, permanezcamos firmes en la fe y eficaces en las obras.

Dios todopoderoso y eterno, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, y para que merezcamos alcanzar lo que prometes, haznos amar lo que mandas.

Te rogamos, Dios, que concedas a tus fieles el perdón y la paz para que sean justificados de sus faltas y te sirvan con libre voluntad.

Dios todopoderoso y eterno, mira propicio nuestra enfermedad y extiende clementemente tu brazo majestuoso sobre nosotros,  para protegernos y sanarnos. Por nuestro Señor Jesucristo...



V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.



V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia divina, descansen en paz.

R. Amén.

Sunday 5 July 2020

LA VIRGEN MARÍA EN RELACIÓN CON LA SANTÍSIMA TRINIDAD



María está íntimamente unida a la Trinidad divina. Ella es la hija del Padre, la madre del Hijo y la esposa del Espíritu Santo.
A este respecto, decía san Francisco de Asís: "Santa Virgen María, no hay ninguna mujer en el mundo semejante a ti.
Eres hija y esclava del Altísimo, Rey supremo, Padre celeste.
Eres Madre del Santísimo Señor Nuestro Jesucristo y esposa del Espíritu Santo.
Ruega por nosotros con san Miguel arcángel y con todas las potencias del cielo, en compañía de todos los santos ante tu Santísimo y predilecto Hijo, Señor y Maestro Jesús".

Otros muchos santos hablan de María como esposa del Espíritu Santo, como san Roberto Belarmino, san Lorenzo de Brindis, San Luis María Grignion de Montfort, san Alfonso María de Ligorio…
Santa Matilde, en el siglo XIII, la llamaba esposa de la santa Trinidad. 

Ella es Madre de Dios (Hijo) como fue definido en el concilio de Éfeso el año 431.
Ellas es siempre virgen como fue definido en el III concilio de Letrán el año 649.
Fue concebida inmaculada, sin pecado original, como fue definido por el papa Pío IX el año 1854 y fue asunta al cielo en cuerpo y alma como fue definido por el Papa Pío XII en 1950.

Muchos santos hablan de su mediación universal, aunque no es dogma de fe.
Afirman que todas las gracias y bendiciones que recibimos de Dios, las recibimos por medio y por manos de María, por haber sido constituida por Jesús como madre nuestra (Jn 19, 27) y mediadora ante Él para llegar al Padre.
El mejor camino es ir por medio de María a Jesús y por Jesús al Padre con la ayuda y gracia del Espíritu Santo. 

San Luis María Grignion de Montfort dice:
El Altísimo la ha constituido tesorera única de todos sus tesoros y única dispensadora de sus gracias.
San Bernardino de Siena (1380-1444):
Éste es el proceso de la distribución de  las gracias divinas: de Dios fluyen a Cristo y de Cristo a su Madre; y de ella a toda la Iglesia. No vacilo, por ello, en decir que ha recibido jurisdicción sobre las gracias que se administran por sus manos. 



San Bernardo afirma: María es la mediadora universal de todas las gracias. Toda gracia, que Dios da a los hombres, pasa de Dios a Cristo, de Cristo pasa a María y por María se nos da a nosotros.

San Alfonso María de Ligorio declara:
Dios quiere que todas las gracias que han sido, son y serán dispensadas a los hombres hasta el fin del mundo por los méritos de Jesucristo, sean dispensadas por las manos y por la intercesión de María. Ella es la tesorera de todas las gracias que Dios nos quiere dispensar.   



    
  MARÍA Y EL ESPÍRITU SANTO

La relación entre María y el Espíritu Santo lo proclama de modo excelente san Juan Eudes:
El Espíritu Santo es todo amor; el Corazón de María está plenamente transformado en amor. El Espíritu Santo es vida y fuente de vida; por ello, la Iglesia lo llama Espíritu vivificante. El Corazón de María es vida y fuente de nuestra vida natural y sobrenatural, temporal y eterna, pues por medio del Corazón misericordiosísimo de la madre de la gracia, la vida nos fue restituida.
El Espíritu Santo es el principio de toda santidad, de toda gracia y de toda gloria en el cielo y en la tierra. El Corazón de la reina de los ángeles es el origen de todos los tesoros que se  encierran en el orden de la gracia y de la gloria.




MARÍA Y JESÚS

Por otra parte, María nos guía a su Hijo Jesús, presente en la Eucaristía. Como decía el Papa Juan Pablo II: María guía a los fieles a la Eucaristía. Ella está siempre presente junto a Jesús Eucaristía y siempre está presente durante la misa como madre que nos lleva a Jesús.
Así como la Iglesia y la Eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio María y la Eucaristía.
Por eso, el recuerdo de María en la celebración eucarística es unánime ya desde la antigüedad en las Iglesias de Oriente y Occidente.
Y la mirada embelesada de María, al contemplar el rostro de Cristo recién nacido y al estrecharlo en sus brazos, ¿no es acaso el inigualable modelo de amor en el que ha de inspirarse cada comunión eucarística?. 




MARÍA Y DIOS PADRE

Además ella es la hija predilecta del Padre, y lo alaba en el Magnificat diciendo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora, me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación (Lc 1). 

Fuente:
Experiencias de Dios, Ángel Peña O.A.R.

Monday 25 May 2020

ELEVACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD


“Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro, ayúdame a olvidarme totalmente de mí para establecerme en Ti, inmóvil y tranquilo, como si ya mi alma estuviera en la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de Ti, oh mi inmutable, sino que cada minuto me sumerja más en la hondura de tu Misterio.

Pacifica mi alma, haz de ella tu cielo, tu morada de amor y el lugar de tu descanso. Que en ella nunca te deje solo, sino que esté ahí con todo mi ser, todo despierto en fe, todo adorante, totalmente entregado a tu acción creadora.

Oh mi Cristo amado, crucificado por amor, quisiera ser, en mi alma, una esposa para tu Corazón, quisiera cubrirte de gloria, quisiera amarte..., hasta morir de amor. Pero siento mi impotencia: te pido ser revestido de Ti mismo, identificar mi alma con cada movimiento de la Tuya, sumergirme en Ti, ser invadido por Ti, ser sustituido por Ti, para que mi vida no sea sino irradiación de tu Vida. Ven a mí como Adorador, como Reparador y como Salvador.

Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero volverme totalmente dócil, para aprenderlo todo de Ti. Y luego, a través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas mis impotencias, quiero fijar siempre la mirada en Ti y morar en tu inmensa luz. Oh Astro mío querido, fascíname, para que ya no pueda salir de tu esplendor.

Oh Fuego abrazador, Espíritu de amor, desciende sobre mí, para que en mi alma se realice como una encarnación del Verbo: que yo sea para Él como una prolongación de su Humanidad Sacratísima en la que renueve todo su Misterio.

Y Tú, oh Padre, inclínate sobre esta pobre criatura tuya, cúbrela con tu sombra, no veas en ella sino a tu Hijo Predilecto en quien tienes todas tus complacencias.

Oh mis Tres, mi Todo, mi Bienaventuranza, Soledad infinita, Inmensidad en que me pierdo, me entrego a Vos como una presa. Sumergíos en mí para que yo me sumerja en Vos, hasta que vaya a contemplar en vuestra luz el abismo de vuestras grandezas”

Beata Isabel de la Trinidad

Sunday 24 May 2020

LA ASCENSIÓN - NOVENA DE LA ASCENSÓN



La Ascención del  Señor

A los cuarenta días después de la Resurrección habiendo instruido a sus Apóstoles sobre la nobilísima misión de establecer el Reino de Dios en el mundo, Jesús iba a subir al cielo, donde le esperaban las glorias celestiales. Bendijo a su querida Madre, a los Apóstoles y discípulos y se despidió de ellos. Una nube lo ocultó de sus miradas.

Le acompañaban innumerables espíritus, los primeros frutos de la redención, que Él había sacado del Limbo. Las jerarquías angélicas salían al encuentro del Salvador del mundo.

Al situarse junto al Padre, toda la corte celestial entonó un himno glorioso de alabanza, como el que oyó Juan en sus visiones: "Digno es el Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, la honra, la gloria y la alabanza" (Ap 5, 12).

Jesús entró en los cielos para tomar posesión de su gloria. Mientras estaba en la tierra, gustaba siempre de la visión de Dios; pero únicamente en la Transfiguración se manifestó la gloria de su Humanidad Sacratísima, que, por la Ascensión, se colocó al lado del Padre celestial y quedó ensalzada sobre toda criatura humana.

La noche antes de morir oraba Jesús al Padre diciendo: "Te he glorificado en la tierra, cumpliendo la obra que me habías encargado. Ahora tu, Padre, dame junto a ti la misma Gloria que tenía a tu lado desde antes que comenzara el mundo"(Juan 17, 4'’).

Por estar unida al Verbo Divino, que es la segunda persona de la Santísima Trinidad, la Humanidad de Jesús disfruta del derecho a la gloria eterna. Comparte con el Padre la infinita felicidad y poder de Dios. Justa recompensa por todo lo que hizo y mereció en la tierra. Humanidad elevada al Cielo por encima de toda criatura, porque en la tierra por debajo de todo se humilló.

Cuando acabe la lucha en esta vida, Jesús nos dará la gracia de compartir eternamente el gozo de su victoria.

Jesús subió a los cielos para ser nuestro Mediador ante el Padre. Allí está intercediendo por nosotros. Subió para rendir cuentas al Padre celestial de la gran obra que había acabado en la tierra. La Iglesia nació, la gracia brota en abundancia de su Cruz en el Calvario y se distribuye por los Sacramentos, la duda de justicia es pagada, la muerte y el infierno son vencidos, el Cielo es abierto y el hombre es puesto en el camino de salvación. Jesús merecía este glorioso recibimiento, al regresar a su hogar.
La Ascensión, además, es garantía de nuestra propia subida al Cielo, después del Juicio de Dios. Fue a prepararnos sitio en su Reino y prometió volver para llevarnos con Él.

Vayamos en espíritu con Jesús al Cielo y moremos allí. Sea esta nuestra aspiración ahora en fe, esperanza en caridad. Busquemos solamente los gozos verdaderos.

LO VIERON LEVANTARSE   (Hc  1, 1-11)

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.

Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» Ellos lo rodearon preguntándole:- 
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»

Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:- «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»

Palabra de Dios.



NOVENA DE LA ASCENSIÓN


Palabra de Dios

Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. (Marco 16, 19)

Por eso dice: Subiendo a la altura, llevó cautivos y dio dones a los hombres. (Ef 4,8 y Sal 68, 19)

Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. (Col 3, 1-2)

Oración propia de la Novena
Jesús, te rindo homenaje en la fiesta de tu Ascensión a los Cielos. Me alegro de todo corazón por la gloria en que has entrado a reinar como Señor del Cielo y tierra. Cuando acabe la lucha de este mundo, dame la gracia de compartir en el Cielo el gozo de tu victoria por toda la eternidad.
Yo creo que entraste en tu Reino glorioso a preparar mi sitio, pues prometiste volver y llevarme contigo. Concédeme buscar solamente la dicha de tu amor y amistad, para que yo merezca unirme contigo en el Cielo.

Cuando me llegue la hora de subir y presentarme al Padre para rendir cuentas de mi vida, ten compasión de mí.

Jesús, por el amor que me tienes, me has trasladado del mal al bien y de la desgracia a la felicidad. Dame la gracia de elevarme sobre mi debilidad humana. Que tu Humanidad me dé fuerza en la flaqueza y me libre de los pecados.

Con tu gloria dame ánimo de perseverancia, pues me has llamado y justiicado por la fe. Que yo profundice en la vida que me has dado y alcance los premios eternos que prometes.

Tu me amas, buenísimo Jesús. Haz que yo a mi vez te ame. Te pido ahora esta gracia en particular (mencione el favor que desea).

En tu constante providencia, guía mis pasos a la vida gloriosa que has preparado para aquellos que te aman. Hazme crecer en santidad y darte gracias, viviendo fielmente para Ti.


Alabanza a Jesús glorioso
Te alabo, Corazón de Jesús amadísimo, Fuente de toda bondad.
Te alabo, Corazón de Jesús, todo bondad, por las infinitas gracias que has dado y seguirás dando a las almas de los justos.

Te alabo, Corazón de Jesús, por el tierno amor con que has aliviado tan frecuentemente los corazones devotos con tu divino consuelo.
Te alabo, Corazón de Jesús, que eres todo amor, por la plenitud de tu gracia, el esplendor de tus virtudes, la generosidad de tu corazón y la pureza de tu amor.

Te alabo, Real Corazón de Jesús por tu victoria sobre la muerte y el pecado, tu poder sobre las almas y el triunfo sobre la muerte y el pecado, tu poder sobre las almas y el triunfo sobre vivos y difuntos.

Te alabo, Corazón tan pobre siendo tan rico, por haber despreciado las riquezas terrenas y haber renunciado a los honores mundanales.
Te alabo, Corazón de Jesús obedientísimo por tener hambre de cumplir la voluntad del Padre, y estar sediento de la mayor gloria de Dios y salvación de las almas.

Te alabo, Corazón de Jesús generosísimo, que no buscaste tu gloria propia; Corazón pascientísimo, que voluntariamente sobrellevaste los mayores insultos; Corazón más abnegado, que anhelabas la Cruz y la abrazaste con amor.

Sacratísimo Corazón de Jesús, enséñame a amarte con todo mi corazón y concede que en la medida de mis limitadas fuerzas imite yo tus admirables virtudes. Amén.

Oración
Dios y Padre nuestro, haznos participar del gozo de la Ascensión de tu Hijo Jesucristo. Que la sigamos en la nueva creación, pues su ascensión es nuestra gloria y nuestra esperanza. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo. 

Amén.